SORIA SE MUERE
por elcantodelcuco
La otra noche acudí a la Casa de Soria a presentar “El canto del cuco. Llanto por un pueblo”. Era una noche heladora, lo que no impedía que la Puerta del Sol estuviera muy concurrida. Esta animada presencia humana contrastaba con el silencio y la soledad que se apoderarían a la misma hora de los pueblos sorianos. Seguro que por sus calles, pensé, cubiertas de nieve, no circula ahora un alma. Esa sensación de frío, dejadez y desamparo no se despejó siquiera del todo cuando entré en el destartalado portal del número 5 de la Carrera de San Jerónimo, con una Administración de Lotería a la derecha, y, prescindiendo del ascensor, emprendí la subida por las oscuras escaleras hasta el piso primero donde está instalado el meritorio centro soriano. Poco a poco, el saloncito se fue llenando con gentes de la tierra -puede que en Madrid vivamos más sorianos que en toda la provincia de Soria, sin contar a los que vienen de paso- y la velada resultó entretenida. El principal animador resultó el embajador José Cuenca, que además de destacado diplomático -acaba de publicar un libro imprescindible: “De Suárez a Gorbachov”- es un brillante escritor, un cazador empedernido y un buen amigo. Un cosmopolita como él, que ha sido embajador en Moscú, en Grecia, en Bulgaria y en Canadá, presume de ser de pueblo y ejerce de ello con notable desparpajo. Ama a Soria y a los toros, tiene dos abonos en las Ventas y todos los años por San Isidro me invita a contemplar una corrida a su lado. Estaba previsto que en la improvisada mesa de la Casa de Soria nos acompañara el naturalista, escritor y también amigo Joaquín Araujo, que cultiva personalmente la tierra en su pueblo de Extremadura, pero una avería del coche lo dejó tirado.
Me esforcé en hacer ver que “El canto del cuco. Llanto por un pueblo” no es un libro triste. Pero no tuve éxito. Procuré resaltar que el protagonista del libro era el paisaje. Traté de demostrarlo leyendo algunos pasajes significativos del cambiante paisaje de las Tierras Altas en cada una de las estaciones. Todo fue inútil. Después de leer ante aquel público adicto el capítulo “Las máquinas”, origen de la despoblación del mundo rural, y, sobre todo, el de “Los últimos vecinos”, en el que relato la muerte de Valdenegrillos, con la marcha del Zacarías y la Romana, uno del público comentó en voz alta: “¡Y luego dices que no es un libro triste!”. Ahí habría quedado la cosa, si no hubiera sido por la intervención final del presidente de la Casa de Soria, que nos obligó a bajar de la nube y poner los pies en la tierra. Un maltrecho José María Aceña, al que la hernia y el ácido úrico no le impidieron acudir a la cita, hizo uno de los repasos más demoledores que he oído últimamente sobre el porvenir de la provincia de Soria. Su pesimismo estaba justificado. Era más que un pesimismo antropológico. Lo basó en datos contantes y sonantes. No sólo se quedan vacíos los pueblos pequeños, sino que también pierden vecinos, según los números del último año, las principales cabeceras de comarca y hasta Soria capital. “Al paso que vamos, existe el riesgo -concluyó Aceña- de que Soria quede despedazada, desmembrada y distribuida entre las provincias vecinas”. A mí se me encendió la sangre. ¿Cómo podíamos permanecer impasibles ante semejante desafuero, ante tal desbarajuste? Y, a partir de entonces, se acabó la lírica.
Soria se muere. Soria se muere entre la indiferencia general. Una de las provincias más hermosas de España, más cantada por los poetas, más recorrida por los escritores, más cargada de historia y de cultura, está muriéndose. Ha llegado el momento de poner el grito en el cielo o donde haga falta. Los desequilibrios demográficos en España son ya escandalosos, injustos y ruinosos. No hace falta ser un gran estadista para darse cuenta de que esta catástrofe demográfica, esta injusticia manifiesta, es uno de los grandes problemas a los que es preciso poner remedio, mucho más grave que la “cuestión catalana”. Hay que movilizar a la opinión pública. Las autoridades provinciales, regionales, nacionales y europeas deben tomar cartas en el asunto sin pérdida de tiempo. El reequilibrio demográfico exige un plan integral, empezando por las zonas más deprimidas -y basta echar un vistazo al “desierto del Duero”, a las parameras sorianas y no digamos a las Tierras Altas- con incentivos fiscales a las empresas, una buena red de comunicaciones, etcétera. Sin bravuconerías innecesarias, ha llegado el momento de recuperar el espíritu comunero. ¿Llanto por un pueblo? ¡Llanto por una provincia entera! ¡Llanto por la Mesta! ¡Llanto por el corazón apagado de la Celtiberia! Cuando me levanté de la mesa, más preocupado y triste que cuando me senté, me encontré con Jorge Sanz, que me enseñó su deslumbrante libro de fotografías, que reflejan con toda nitidez el desamparo y la decadencia de las Tierras Altas. Me quedé con la paradigmática foto de la Romana de Valdenegrillos, metiendo el burro en casa. (No la publicaré para que no digan que invado su intimidad, como si esta valerosa mujer no fuera ya el símbolo de ese desamparo). Al salir, me susurró José María Aceña: “Acaba de cerrar la Casa de Guadalajara en Madrid, así que ya veremos…” O sea, malos presagios. En esas andamos cuando más se necesita el amparo, la presencia y la resistencia. Si hace falta, habrá que ejercer la resistencia numantina. Al bajar a la calle, la Carrera de San Jerónimo hervía, a pesar del frio, de gente variopinta, los bares seguían animados y, al fondo, aparecía la silueta del palacio de las Cortes, que preside un soriano, con las luces apagadas.
Magnífico tu artículo, querido Abel. Soy un andaluz enamorado de Soria, como tantos otros, cuyas tierras me he pateado durante muchos años, de las fértiles riberas de San Esteban a los páramos de las Tierras Altas. Por eso te comprendo y comparto por entero tu preocupación por el futuro de una provincia que se muere. La última frase de tu crónica está preñada de simbolismo: al fondo, aparecía la silueta del palacio de las Cortes, que preside un soriano, con las luces apagadas».
Un andaluz
Agradezco de veras tu solidaridad, que sé sincera y sentida. Has captado bien el múltiple alcance de la última frase.
Pues sí, un soriano con las luces apagadas, pero el problema viene de lejos, porque han sido varios los políticos sorianos con las luces apagadas. Dios quiera que no sea demasiado tarde.
Bueno, lo que digo es que el edifico de las Cortes estaba con las luces apagadas. Ja ja ja. Que cada cual saque sus conclusiones. La interpretación es libre.
Tremendo artículo. Enhorabuena!
Gracias. A ver si sirve para algo.
Que bien lo has contado.
Todos conocemos a una Romana en nuestros pueblos, esa unica luz que se queda encendida cuando los demas nos vamos. Yo no muy lejos, a la capital en la que vivo y que me gustaria que mis hijos, que aun son pequeños, puedan tener un futuro..
Esther, ojalá se cumplan tus deseos. Una sugerencia: que tus hijos, desde pequeños, sepan dónde están sus orígenes; que sepan de dónde vienen para que puedan saber adónde van, ¿no crees?
Abel, siempre me gusta leer tus publicaciones. La de hoy, es una gran exposición de una tremenda realidad, que compartimos muchos sorianos. Las alarmas están sonando. Efectivamente todas las autoridades de los distintos ámbitos que citas tendrán que tomar urgentemente cartas en el asunto y procurar que «haya luz».
Lo imprescindible, Carlos, es que suenen las alarmas y que no haya más remedio que oirlas.
Todos los que hablan y escriben de Soria con nostalgia, sin duda, vive en ciudades grandes y no tienen que sufrir cada día las dificultades que se tienen, ya no digo en la capital, sino en la mayoría de los pueblos. Una cosa es el verano y otra el cada día de S. Saturio a S. Juan.
Qué la provincia tiene parajes preciosos nadie lo duda. Pero no creo que pasase nada si nos repartiesen entre las provincias más próximas. Seguramente tendríamos más ventajas
Incluso desde la distancia, a algunos nos duele Soria, Teresa, y queremos que siga existiendo.
Hola. Hoy presento en el Casino Numancia un trabajo de recuperación de canciones tradicionales infantiles sorianas. Colaboración de alguien? Ninguna. Ayudas? Ninguna. Propuestas culturales de conciertos de música clásica por un profesional cn 30 años de recorrido a 35 € en concepto de desplazamiento, es decir, el concierto gratis? Sólo un municipio de 150. Muchas pero nadie las quiere. Soria se muere opor culpa de los sorianos mismos. Cuantos menos queden más habrá para repatirseel poco pastel que hay.
Lo intenté en Tierras Altas, lo intenté en Soria capital, lo intenté a nivel provincial…. Nadie puede decirme que no lo he probado. Yo soy otro de los que me voy y ahí se queden los sorianos. Y eso que mi hija de 3 años, lo es.
Tremendo este desahogo, que confirma todos los temores. «Soria se muere por culpa de los sorianos». Cuantos menos queden, más pastel toca.¡Tremendo! Pero ¿no crees, Joaquín, que los sorianos somos culpables y víctimas a la vez?. Estoy seguro de que siempre llevarás a Soria dentro.
Sí Sr. Hernández, «Soria se muere ante la indiferencia general..» y la apatía de alguno de sus hijos que ven más cómodo su porvenir desde ciudades como Madrid que la dura apuesta de luchar por su tierra desde dentro. Verdad Sr. Hernández?? (Mi mayor respeto a quien por necesidad ha tenido que emigrar) sin quitarle su mérito literario, que sin duda lo tiene, a veces sería bueno dar un punto de vista optimista de esta tierra, sin olvidar la reivindicación, que «sumara» voluntades y sirviera de reconocimiento y esperanza a a todos los que hemos apostado y creido en esta tierra, la suya.
Sin duda, es bueno hacer autocrítica de vez en cuando.
Siempre es bueno hacer autocrítica, Adoración, y tampoco está mal la crítica, cuando sea justa y razonable, a los de fuera y a los de dentro. Así que nada que objetar a la tuya, aunque no la comparta o la comparta a medias. Sinceramente, creo que es la hora de unir fuerzas para sacar entre todos -los de dentro y los de fuera- a nuestra tierra adelante sin rifirrafes inútiles.
¡Vaya por Dios! Las únicas tragedias, que me llegaban por whatsapp, eran las nevadas, con mi pueblito incomunicado siete días, porque los parveros formados por el viento no había máquinas que se los saltasen, y andaba ocupado en temas tan transcendentes como averiguar por qué los camiones del Ayuntamiento circulan aquí con la leyenda “Mejorando Tías” (¿…?); a título de qué una de las calles de arena de Caleta del Sebo, en la isla Graciosa, lleva el nombre de García Escámez, el general que en nuestra guerra incivil mandó la División Soria; o contemplar estupefacto el poderoso influjo del nombre en el destino de las personas, al leer el rótulo de una calle de Arrecife, “Calle Artillero Luis Tresguerras”. Y en esas me andaba, cuando , al abrir “El canto del cuco”, me topo con tu estridente ( ojalá no premonitorio) y pesimista anuncio de la imparable muerte de Soria, si alguien no conjura de raíz el inminente, ‘amenazante’, riesgo vital. Estás hablando de un “ peligro de vida” (genitivo subjetivo: la vida peligra), y no de “peligro de muerte”, más que nada porque la muerte no corre el menor peligro,antes al contrario. La lógica es la lógica. Que se lo pregunten a los alemanes, que ponen junto a la calavera la leyenda “Lebensgefahr”, ‘peligro de la vida’…
Tengo mis dudas, espero que infundadas, sobre la oportunidad de haber organizado ese coro de praeficae, de plañideras fúnebres clásicas precisamente en estos momentos, cuando todos los “aquiencorrespondas” andan ocupados full time en una monumental trifulca de barrio, lanzándose puñados de pecina y haciéndose chirlos de matasiete con chafarotes, navajas de resorte, facas de Curro Jiménez, facones gauchos, cuchillos de jifero o cachicuernos de romance de la jura del Cid, y el que puede, con mandoble…
Mucho me temo que esos tales no tengan el más mínimo empacho en descontextualizar al revolucionario Espronceda, Canto a Teresa, y sentencien con total desfachatez: “ ¿Qué haya un cadáver más qué importa al mundo?”
Me uno a la regocijante interpretación, mediante un corrimiento semántico de una inocente coma, de tu “silencio de las Cortes”. ¿Por qué no probáis también con el proverbial galgo Lucas? (¿…?). Si los nativos no encabezan el sokatira, algún perdedor va a pisar la raya…
Tu escepticismo es sabio, pero yo estoy impresionado. Esta entrada está resultando, con mucho, la más visitada de toda la historia de «El canto del cuco». Algo ha pasado. Es abrumadora, impresionante la acogida. Estoy perplejo. Ayer fueron 784 visitas. Hoy van, a las 8.30 de la tarde, por 1.015. La mayor parte proceden de España, pero también de medio mundo. Han leído este artículo hoy en Estados Unidos (6), Reino Unido (5), Francia (5) Irlanda (3), Alemania (3), Turquía (2), Argentina (2), Portugal (1), China (1), Panamá (1), Italia (1), Holanda (1), Bélgica (1) Dinamarca (1) y Uruguay (1), además de Soria, que por lo que se ve lo hacen masivamente. Estoy anonadado, José Luis. No sé qué está pasando. No sé qué tecla he tocado; pero esto es insólito, abrumador. Algo está pasando. Cuando termino de escribir estas líneas seguro que las visitas a «El canto del cuco» han seguido subiendo verticalmente. La cosa parece seria. Asusta un poco.
Ante la indiferencia general y de los políticos en particular estamos olvidando al mundo rural; pero, no solamente eso, pues como bien dices Abel toda una provincia, Soria, corre el peligro de la despoblación y esto es serio. Esta sociedad está olvidando sus raíces y eso significa a la larga la muerte del árbol. Soria es ejemplo de superación y de gentes recias, aunque todo tiene un límite. El abandono de las Tierras Altas, mejor, la patada en el culo a los habitantes de esas Tierras por parte de la Administración nos indica que estamos vendiendo la «primogenitura por un plato de lentejas».
Más que el peligro de la despoblación, Soria es ya, Floren, una provincia despoblada. Algún día habrá que pedir seriamente cuentas de este abandono de este drama humano, que no viene de ahora. Y no es sólo culpa de los políticos, qué va.
Es imposible que Soria muera. La belleza, los versos, los paisajes contundentes, las conversaciones, la alegría de vivir, las fiestas y las comidas, los pequeños negocios opitimistas, los artistas, el románico, la cultura, el buen vino y el buen río, el campo, el monte, la hermosa nieve y el acompañador silencio.
Si se tiene que morir algo, posiblemente sea ese confuso devenir de gentes gritonas en los alrededores de la Puerta del Sol: nadie sabe dónde va.
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¡Que Dios te oiga, Demetrio! Yo también confío en que resista y supere esta profunda depresión. Se lo merece. Entre otras cosas, por esas maravillas que dices.
Demetrio, a que se refiere con el devenir de gentes gritonas.
¡Pues que responda Demetrio!
Siento no haber podido acompañarte en la presentación pero veo que la misma y tu crónica ha despertado muchas conciencias dormidas y han hecho brotar un ramillete de seguidores anónimos a los que nunca antes había oído opinar ni manifestarse. Como dice el refrán : «No hay mal que por bien no venga»
Así es, Chiqui. Esto es una avalancha. Yo empezaba a echar en falta los nombres de cada semana, los nombres familiares, como el tuyo. Ahora todo está bien. ¡Mi bienvenida también a los nuevos!
Como no comprender al Sr.Abel Hernandez…! Si yo todavia lloro por mi pueblo desaparecido VALDEMORO que lo he tenido que dejar hace mas de cincuenta años…!!! Y como he leido Historias del a Alcarama, El Canto del Cuco y Caballo de carton, me sumergido en los cuentos como si estaria hablando de mi pueblo. Comprendo el desarraigo y la tristeza que se siente al ver a la cuna tan vacia! He nacido en Soria pero he vivido en Valdemoro seis años. Actualmente vivo en Buenos Aires y estoy escribiendo un libro que habla de mi pueblo. Abrazos a todos.
Gracias, Araceli! Un fuerte abrazo rural y trasatlántico.
Tienes razón, Soria se muere. Algunos culpan a la administración actual, o a la de hace mas o menos años de los síntomas y de la evolución de su decaimiento, pero no, la enfermedad que tiene nuestra provincia viene de mas lejos, tiene unos síntomas particulares y marcados durante mucho tiempo, la hemos desarrollado entre todos; entre los que nos hemos ido y los que han ido quedando.
Los que nos hemos ido volvemos puntualmente en momentos señalados, damos un paseo, vemos a los amigos, disfrutamos de lo que nos anima, que no es poco y ya está, podemos habernos hecho con un pequeño domicilio, pero ya está. La juventud y las energias las hemos ido dejando por otros lugares y, como los elefantes, volvemos para morir a nuestra manera, aunque fallezcamos en otro sitio.
Los que han quedado, como es natural, se han preocupado por su subsistencia, salvo magníficas excepciones, pero no las suficientes como para haber podido desarrollar y mantener a nuestra provincia en el carro de la evolución que España ha ido teniendo.
Ahora, los que tenemos unos años y nos hemos ido, podemos darnos cuenta de algunas cosas que podríamos haber hecho de habernos quedado y, tambien, de los sacrificios que han tenido que hacer algunos de los que se han quedado. Pero claro, la vida nos ha sido exigente a todos.
Lo peor de todo, en muchos casos, es el desarraigo, la falta de vínculo de la generación siguiente a la que emigró, todos conocemos casos de personas públicas que, la partida de nacimiento de sus padres está en nuestra provincia y no tienen, ni han tenido, gesto o decisión alguno a nuestro favor.
Todos agradecemos, Paco, tu sincera y sentida reflexión, sobre lo que ha pasado y nos está pasando. Comentarios como el tuyo animarán supongo a otros a participar en este foro de debate que, sin pretenderlo por mi parte, se ha abierto aquí. Reflexionemos entre todos. Veamos las causas de la tremenda crisis demográfica de Soria, y aportemos remedios.
De seis hermanos que éramos, ninguno se estableció en Soria. Yo regresé, por dar a mi hijo un referente familiar, y a mis padres un apoyo en su vejez.
Comprobé entonces que en Soria se vivía bastante bien. Los niños podían ir solos al colegio desde muy pequeños, las personas mayores podían salir a pasear sin los inconvenientes de las grandes ciudades, las distancias mas largas se recorrían en veinte minutos, las gestiones se realizaban en un pis pas. Son ejemplos.
Comprobé también que era una ciudad incómoda para viajar, de vida cara, de gente acomodada a su suerte, dócil, que cuidaba poco a sus jóvenes, que seguían yéndose fuera a estudiar o trabajar y que, en su gran mayoría, ya no regresaban.
Hoy en día, creo que las ventajas de vivir en una ciudad pequeña, poco contaminada, paseadora, se mantienen. Acaso con una burocracia mas acusada.
Los inconvenientes, posiblemente se hayan acrecentado. Las comunicaciones siguen siendo difíciles, los trenes prácticamente han desaparecido, no hay relevo generacional. Como ocurre en el resto del país, no hay política ni apoyo económico para que las familias tengan hijos, ni para que nuestros jóvenes encuentren aquí facilidades para establecerse. Los viejos cada vez lo son mas y son mas, pero tampoco se les cuida demasiado. Hay pocas residencias públicas, y las privadas, resultan caras para los ingresos de pensiones mas bien pequeñas. No hay otros recursos, o son muy limitados.
Creo que nos hemos ido contagiando de lo malo de las grandes urbes, sin cultivar las ventajas de vivir en una ciudad como la nuestra. Porque, ya que no tenemos cantidad, deberíamos hacer hincapié en la calidad.
Tenemos buenas ofertas culturales, calidad medioambiental, gastronomía, paisaje. El clima algo frío, pero también eso puede ser bueno.
Algunas cosas, algunos grupos, algo hacen. Pero las instituciones ahogan iniciativas y proyectos. Tienes razón. Has tocado una tecla muy sensible. A mi me duele.
No cantemos el miserere, Abel. Sigamos luchando.
Se trata, Isabel, de evitar tener que cantar el miserere. Tu crónica familiar es significativa. Si no hiciéramos sonar las alarmas es que estaríamos definitivamente muertos.
Sólo para subir un poco los ánimos, diré que soy oscense, hace ya diez años que vivo en tierras sorianas, y sigo sin intenciones de emigrar hacia ninguna otra parte. Tengo un niño de cuatro años que espero pueda crecer aquí, pues como alguien ha dicho un poco más arriba, Soria tiene muchas ventajas y ofrece una buena calidad de vida.
También diré que muchos de los amigos que hice en Soria han tenido que irse a trabajar fuera, a otras provincias y a otros países, pero todos ellos están deseando volver a su tierra. Y esperan hacerlo tarde o temprano.
Se agradecen, Cristina, tus esfuerzos para subir los ánimos decaídos. Sin duda, has elegido un buen sitio para vivir y para que crezca tu hijo.
Tremendo artículo, Abel!…Que nuestra querida Soria es una provincia despoblada,es un hecho. Pero ¿qué se puede hacer?…Yo también soy partidario de accionar, todos juntos, las alarmas para que, a quienes corresponda, no les quede más remedio que hacer algo por silenciarlas.
En eso estamos, Pedro, en eso estamos. Si nos callásemos ahora, seríamos responsables del desbarajuste.
Si no fuera por el movimiento migratorio de largo plazo que somete a la provincia a la despoblación, no sabría qué pensar. Lo mismo es lo que eventualmente ahora se busca: hacer desaparecer la provincia, la diputación, y, si se pudiera, también algunos pueblos. Bueno, es un decir.
Conviene no echar en saco roto tu observación. Lo lógico es que el movimiento migratorio fuera ya en sentido contrario por muchas razones. En este mundo nuestro, mandan los intereses materiales, manda la economíua, manda el dinero. Lo demás parece secundario. A los intereses del capitalismo salvaje se somete todo lo demás. ¿Por qué crees tú, sin ir más lejos, que no hay un tren decente a Soria, por ejemplo? ¿Por qué crees que las vias del tren en la provincia no se han arreglado desde la guerra? Yo sufrí la experiencia de un viaje en tren a Soria este verano y ¡nunca más!. El ajetreo era infernal. La tardanza, eterna. ¿Por qué dejan aislada, casi incomunicada, a esta provincia? ¿Por qué no activan la autovía del Duero? ¿Por qué Soria está en via muerta?
Lo de las comunicaciones de y a Soria merece un capítulo aparte. En primer lugar hay que ver los intereses de cada línea.
La autovía del Duero, prolongada tanto hasta Calatayud como hasta Tudela, sería una alternativa que mermaría ingresos a las autopistas existentes.
La línea ferroviaria Santander-Mediterráneo, surgió con demasiados enemigos poderosos a los que no interesabe de manera alguna un gran puerto en Santander (hablamos de los años 20 al 60).
Es decir, hay que analizar cada caso y, en todos los casos, Soria pierde.
Vi la noticia sobre Soria Unlimited, me pregunté si habrías escrito una de tus poeprosas sobre esta carrera internacional de trineos (segundo año) y me encuentro el ensayo de epitafio tuyo «Soria se muere» Abel, Soria ser y tiempo no morirá antes que España o la misma Tierra (posiblemente su aristotélica forma). Habrá primaveras sorianas y hasta el invierno tiene cosas nuevas como la Soria Unlimited
La Soria profunda, la Soria esencial, no, claro. La Soria administrativa es otra cosa. Ya veremos. La historia da muchas vueltas. Y cosas peores hemos visto. Pero llevas razón, Juan Francisco, con retraso, pero aún habrá primavera en Soria, que llegará hasta a los pueblos muertos.
He sido uno de los afortunados que estuvo en la presentación del libro en la Casa de Soria y quiero expresar mi satisfacción por el desarrollo del acto, su contenido y el coloquio final. Las casi dos horas de duración pasaron rápidamente ya que el tema, al igual que está pasando con los comentarios del blog, da para mucho. Abel; como siempre resultó una delicia escucharte. Tus palabras mostraban dolor, impotencia y también cabreo ante la situación, aunque dando esperanzas a que la tendencia cambie, para lo que todos, los de dentro y los de fuera, tenemos que empujar. No es nada fácil el asunto.
Deseo felicitar desde estas líneas al embajador José Cuenca por su acertada y amena disertación y por el amor que demuestra hacia nuestra tierra y su conocimiento de la creciente despoblación que sufre. Le hago, también, extensiva mi felicitación por su reciente libro, fruto del trato personal que tuvo, en sus años de diplomático, con personalidades de la talla de Suárez y Gorbachov y que tan decisivas han sido en la reciente historia de España y de Europa.
Tu presencia, tanto en la función de la Casa de Soria como en este foro de «El canto del cuco», siempre es grata e instructiva. Gracias, José Antonio.
Yo no creo que sea un libro triste,
porque lo verdaderamente triste es el olvido,
y tus relatos sirven para que la cultura rural
con toda su sabiduría,
no desaparezca nunca.
Eso creo yo. Siempre me subes la moral, Mercedes. Gracias.
La abundancia de comentarios demuestra el interés del asunto. Ya hemos hablado de pasada aquí alguna vez de la cuestión demográfica de Soria, y la de España. No solo se muere Soria, también se muere Teruel – de donde yo soy -, se muere Cuenca, se muere Ávila, se muere Segovia… Todas mueren un poco, porque vivir en zonas rurales es difícil.
Leyendo los comentarios se te queda el cuerpo como si la nostalgia o la tribulación te persiguiera. El mundo rural de antaño está desapareciendo. La Romana es ya un bastión de un tiempo que fue, un símbolo, y alguien ha dicho que hay muchas Romanas aún en muchos pueblos: estoy de acuerdo.
Queremos pensar que esto pueda tener algún tipo de solución, con esos puestos de trabajo que nunca llegan a los pueblos. Y lo que es peor: muchos sus habitantes son pesimistas ante ellos mismos. Ven que se mueren los viejos, que se cierran las escuelas, que el médico solo va uno o dos días, que los hijos – de los pocos que quedan – han de estudiar en la capital a 50 o cien kilómetros, etc.
Sin embargo, pese a todo, hay que abrir una brecha para la esperanza. ¡Quién sabe!, igual está dispuesto que haya que regresar al medio rural porque las ciudades o la sociedad misma se hacen insostenibles. Entonces solo podrá darnos de comer el campo. Pero eso no sé si lo veremos. Aunque mayores imperios han caído…
Sí, el tema ha despertado un interés extraordinario. Se ve no sólo en la cantidad de comentarios, sino también en la verdadera avalancha de visitas -por millares- de todo el mundo, hasta de los países más insospechados. La crisis demográfica y los desequilibrios demográficos, tan escandalosos, son uno de los problemas más serios de España. En el caso de Soria, es, me parece, el principal problema.Un tema muy sensible, como dice Isabel. ¡Claro que hay que abrir brechas a la esperanza, Javier; pero para eso hay que empezar dando la voz de alarma.
Aún espero que algún gobierno de esta nación hable del tema en sede parlamentaria o que se cree una comisión a nivel de estado. Son solo los ciudadanos lo que protestan, tipo «Teruel existe», o pidiendo un tren digno para Soria. Para mí, este y el tema forestal -después del abandono progresivo del medio rural- son dos asuntos básicos que se deberían abordar de inmediato.
Lo peor de todo, Javier, lo desesperante es que ante cualquier reivindicación justa, como estas, se tropieza siempre con el silencio administrativo; o sea, con el desprecio al pueblo. Ni siquiera se atreven a decir: ¡Hablemos!
http://www.heraldodesoria.es/noticias/soria/soria_provincia/2015/02/16/el_alcalde_gomara_teme_que_anos_localidad_este_despoblada_339898_1521033.html#utm_source=twitter.com&utm_medium=smm&utm_campaign=noticias
SUPONGO QUE ARACELI JIMENEZ ES LA MISMA QUE CONOCI EN VALDEMORO, HERMANA DE TERESA Y JOSECHU, QUE EMIGRO A ARGENTINA, PUES ME GUSTARIA CONTACTAR CON VOSOTRAS VIA Email MUCHAS VECES HE RECORDADO ESOS VERANOS EN VALDEMORO EL PUEBLO DE MI MADRE, SUELO IR DE VEZ EN CUANDO, HE LLEVADO A MIS HIJOS AL PUEBLO, HE LLEGADO EN COCHE DESDE ENCISO, DE TODAS FORMAS TODOS LOS QUE ESCRIBIS TENEIS RAZON , AQUELLO SE MUERE Y SE ESTA DESTRUYENDO POCO A POCO, SI CONTACTAS CONMIGO ME GUSTARIA RECORDARTE AQUELLOS TIEMPOS, VIVO EN SEVILLA, UN ABRAZO.