EN BUSCA DEL AVE NACIONAL DE ESPAÑA
por elcantodelcuco
Recientemente en el Reino Unido de Gran Bretaña, coincidiendo con la última campaña electoral, se montó un concurso, que suscitó tanto interés como las elecciones. Consistía en elegir el ave nacional entre diez finalistas. El amor de los ingleses a los pájaros, que demuestra su nivel de educación, tiene su expresión más ruidosa en el “Happy National Bird Day”. No he podido comprobar, cuando escribo esto, cuál ha sido al final el pájaro elegido, pero en las apuestas iba destacado el petirrojo. Así que me inclino, con poca probabilidad de error, por esta avecilla alegre, de la que ya me he ocupado aquí con detenimiento en otras ocasiones. No en vano el prestigioso “Times” de Londres destaca cada otoño en un recuadro de primera página su llegada a las costas del sur y todo el mundo se alegra con la noticia, casi tanto como yo cuando siento una mañana en el jardín la presencia de este pajarillo, que en Sarnago llamábamos “pichente” o “chinchín”, y que los vascos conocen como “txatxangorri”. Por cierto, este invierno su presencia ha sido fugaz, casi testimonial, lo que me tiene algo inquieto. En no pocos países, la decisión sobre qué pájaro representa mejor a la nación o es más popular y querido por sus habitantes, está resuelta hace tiempo. Daré una breve muestra de ello: Estados Unidos (el águila calva), México (el águila real), Argentina (el hornero), Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador (el cóndor), Alemania (la cigüeña blanca), Japón (la grulla), Irlanda (el chochín), Dinamarca (el cisne), Francia y Portugal (el gallo), Grecia (la lechuza), Noruega (el mirlo), Austria (el águila real), Bélgica (el cernícalo), etcétera.
En España no tenemos ave nacional, lo mismo que carecemos de letra en nuestro himno nacional. En esto somos algo peculiares. En algunos ensayos sobre la materia nos asignan, supongo que porque figura en el escudo, el águila imperial ibérica . Pero me parece que eso no tiene ningún arraigo popular, aunque se trata de un ave majestuosa, que debería figurar por múltiples razones entre las seleccionadas. Lo que propongo hoy aquí, a los seguidores de “El canto del cuco” es un juego. En realidad, un concurso. Me encantaría que respondieran a la siguiente pregunta: ¿Cuál cree usted que debería ser el ave nacional de España? O dicho de otra manera menos solemne: Si tuviera que elegir ¿con qué pájaro se quedaría? (No vale el chiste fácil de seleccionar a un pajarraco, que tanto abunda entre la clase política y al que más se dispara en tiempo electoral). La elección del ave puede ser por múltiples razones personales. Aquí valen los sentimientos y los recuerdos. Para hacerlo más divertido y menos restringido, pueden seleccionar hasta diez. Confieso que juego con ventaja, porque, desde siempre, desde mi más tierna infancia, los pájaros han formado parte de mi vida, y siguen alegrándomela ahora, tanto si los oigo cantar como si se posan cerca o levantan el vuelo. No hay día que no busque un nido de mirlo en los setos de la urbanización u observe el vuelo de los hocetes y de las golondrinas. Los pájaros son unos seres que nunca me dejan indiferente y que me transportan a la niñez perdida. Esa es la verdad.
Así que, después de darle muchas vueltas, estos son mis diez pájaros preferidos (el orden en que van no es necesariamente el de mi preferencia):
*El CUCO, por razones obvias y otras que me callo, pero sobre todo porque es el heraldo de la primavera y siempre me ha alegrado escuchar su cu-cu en la espesura del monte cuando alargan los días y termina el largo invierno.
*El BÚHO, sobre todo el Gran Duque, pero también el búho chico y la lechuza blanca. El búho es el ave misteriosa de la noche. Aquí en mi despacho estoy rodeado de búhos. Durante un tiempo, todo el que quería hacerme un regalo, me traía un búho, aunque, como no solían distinguir mucho lo que compraban, con frecuencia era lechuza y más de una vez, mochuelo.
*El PETIRROJO. Ya he explicado que es una de mis debilidades. Supongo que intento reparar mi culpa por haber cazado tantos “pichentes” en los cepos cuando era muchacho.
*EL PAPAMOSCAS CERROJILLO, que yo he llamado siempre “letuja”, por la misma razón. Alegre pajarillo, inocente, que llegaba a los zarzales con las primera moras a mediados de agosto y que caía en el cepo atraído irresistiblemente por la aluda.
*La PERDIZ roja, sueño de todo cazador, tan hermosa, de vuelo tan bravío.
*El JILGUERO, que nosotros llamamos “cardelina”. Lo elijo sobre todo por su inconfundible canto de cristal.
*La ALONDRA, que en primavera avanzada hace torres de música al amanecer sobre los sembrados y las esparcetas.
*El MIRLO, que en Sarnago llamábamos “torda” y que me despierta con su canto estas mañanas de primavera. Se fue unos meses, pero ha vuelto y abunda como nunca. Esto es ahora una mirlería.
*La URRACA, o “picaraza”, uno de los pájaros más inteligente y cercano, que construye el nido con barro y con techado y se lleva de la calle los objetos brillantes. ¿Quién no ha oído en Castilla hablar de doña Urraca?
*Y el ÁGUILA IMPERIAL ibérica, porque es majestuosa, porque es nuestra y porque viene de lejos en la historia.
Me quedo con las ganas de citar al humilde gorrión, tan cercano y familiar, a la paloma torcaz, que era brava y está domesticándose, al verdecillo o “perdiguín”, al pardillo o “pájaro del salegar”, a la “cuyalba”, al vencejo u “hocete”, al pito real o “pito barreno”, a la lavandera o “pastorcilla”, al milano, al azor, al gavilán y al ruiseñor, claro. Pero me contengo.
Creo que el amor a los pájaros es el comienzo de la civilización.
Inicio el juego. Me lo pones fácil, Abel, porque aunque los pájaros no están ligados a mi infancia como en tu caso, sino que ha sido una vocación tardía, ahora me acompañan desde el amanecer,de modo que empiezo por :
MIRLO . Porque me despierta y me anuncia la llegada del día
PETIRROJO : se cobija en mi jardín cada año aunque es cierto que este año estuvo poco
VERDERÓN : porque se criaron con nuestro hijos y cuando los soltamos, venían a comer en nuestra mano
GAVIOTA : Me transporta al mar tanto el del sur de mi infancia como el del Norte de la segunda mitad de mi vida.
MARTÍN PESCADOR :Compañero en los paseos por la senda ecológica
CORMORÁN : Una buena colonia se ha asentado en el Río Tajo y llevo disfrutando de ellos desde hace 25 años en Cantabria.
GARZA REAL : me saluda de camino al trabajo
ABEJARUCO : por su plumaje Arco Iris y su sonido
ABUBILLA : Por su cresta y su canto que se oye desde mi terraza
CARBONERO : Porque hacen nidos en nuestra casa
Pensé que solo podía elegir uno y me hubiera costado.
Me pasa como a ti que se me quedan muchos en el tintero (Milano, pinzón. lavandera, rabilargo,arrendajo)
Gracias. ¡Convincente! Sigue el juego.
Siento ser tan pesada pero ¿cómo pude dejar atrás mis queridas grullas? Deben de ir entre los diez primeros.
El Mirlo. Sin duda en primer lugar. Al igual que a Chiqui, me despierta cada mañana. Durante años lo eché de menos, fui yo quien emigré a las afueras de la ciudad. Ahora que he regresado al centro le doy los buenos días cada mañana.
La golondrina. su alboroto lo identifico con la niñez y con la llegada del buen tiempo.
El estornino. Me evoca otros tiempos de la ciudad cuando era menos ruidosa.
La gaviota. Cuando la veo se que estoy donde creo que debería quedarme el resto del año.
De momento, el mirlo en cabeza. Pero esto no ha acabado. Gracias, Betty. Pero no entiendo bien. El mirlo donde más prolifera es en las afueras, ¿no?
No, no, los primeros mirlos de los que yo me apercibí fue en 1970 en nuestra casa del distrito de Chamartín.
A Los tres primeros les tengo un cariño especial, por los momentos de la infancia que me evocan.
El martín pescador porque cuando éramos niños y jugábamos en el río aparecía de repente con su color azulado metálico volando cerca del agua. Alguien gritaba “un martín pescador” y todos mirábamos conteniendo la respiración como a una estrella fugaz.
El vencejo porque en las mañanas de sol de la primavera oía sus chillidos desde la cama y porque desde entonces no me canso de verlos volar.
El aguilucho cenizo con sus piruetas solitarias sobre los campos de cereal. También me encanta el picamaderos negro, que sigo llamando pito negro, porque cuando oigo su cri-cri-cri en el bosque me dice que estoy en un paraíso.
Y tampoco me olvido de las gallinas, que ambientan los pueblos habitados con su canto y sus andares, siempre atentas, y capaces de transformar en huevos de oro hasta los gusanos del estiercol.
Estupendo, Carlos. Gracias por la selección y por las explicaciones.
Ahí voy yo desde mis tierras sorianas a participar en este juego tras leer tan grata entrada del amigo Abel.
-La GANGA ORTEGA nombre horrible para definir a nuestras chorlas, turras o cortezones. El sonido del páramo que se está perdiendo definitivamente.
-EL ALCARAVÁN, o «moril» para mi abuela Pepa de Golmayo por descubrir en él unos ojos que hechizan y que, para nada, traen mala suerte.
-El LÚGANO o turis, pues con él empece -aunque no de la mejor manera- en esto de observar pájaros.
-El CAMACHUELO pues aparecían en lo portada de una guía de aves que me miraba desde el puesto del «barbas» en Soria. Me compré la guía y no imaginaba que pronto iba a ver ave tan preciosa.
-El JILGUERO o «pajarilla» el ave de compañía más apreciada históricamente en estas tierras y con un canto maravilloso.
-La COLLALBA GRIS,o «peñasca» otra de esas aves que al verla en la guía no podía imaginara que fuera tan frecuente por aquí.
-El ESCRIBANO HORTELANO o «chivichoncho» pues pocas veces el canto de un ave me transmite tantas sensaciones de libertad y belleza.
-El CHORLITO CARAMBOLO otro habitante muy puntual de nuestros páramos, una belleza difícil de observar.
-EL ROQUERO ROJO que no es un grupo heavy, es un ave habitual de nuestra sierras y roquedos, en el que se unen belleza en el plumaje, en el canto y en su comportamiento nupcial.
-LA ALONDRA DE DUPONT O ALONDRA RICOTÍ queda clara mi vocación esteparia y de paramera, y allí tendríamos que buscar a este aláudido fantasma que raras veces se ve y que,por desgracia, cada vez se oye menos.
Y me quedarían muchas más claro, pues todas las especies, desde el humilde gorrión a la más altiva águila real, son el palpitar fulgurante de una naturaleza que, en muchos lugares,se nos va.
Esto se anima. Ya está aquí el ornitólogo (y amigo). Palabras mayores. Hay que descubrirse. Se ve que esta entrada de los pájaros ha sido una buena idea. Gracias, José Luis, por ayudarnos a entender este maravilloso mundo.
Para mi, en el número 1, la cigüeña. Hasta el punto de que parece que le falta algo a los pueblos que no tienen un nido suyo en el campanario. Aunque doméstico, el gallo. Por el mismo motivo.
Coincido en lo de la Alondra, un placer pasear por el campo acompañado de su canto. También en el Mirlo y el Ruiseñor, otro maravilla escuchar su canto en las noches templadas de mayo en riberas de ríos y arroyos. La corneja, el cuervo, la grajilla y el autillo por el toque lúgubre-tenebroso que le dan con sus alaridos al campo soriano.
Y para terminar: el petirrojo. Y el ruiseñor. Y el abejaruco. Y. Y. Y. Y…. Es difícil dejar alguno elegir solo 10. Por la belleza, el canto y las curiosidades cada uno de ellos es una maravilla.
Lo triste, querido Abel, como dijiste en Historias de la Alcarama, es que ahora, para muchos, la primavera empieza por que lo dice el Cortes Ingles.
«Y, a fin de cuentas, habrá quien, al cabo de catorce años de estudio, no acierte a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era así de rara, absurda y caprichosa. El caso era trabajar y afanarse en las cosas inútiles o poco prácticas» ( Miguel Delibes, El Camino)
Llevas más razón que un santo, Jorge. En las escuelas, que ahora se llaman colegios, deberían enseñarles a los niños, desde muy pequeños, más Ciencias Naturales, o como se llamen ahora. Pero sobre el terreno. Aprender el nombre de las nubes, de las estrellas, de los árboles y… de los pájaros. Ese sería un avance importante en la educación. Delibes estaría de acuerdo con nosotros. Ahí queda tu lista. Gracias.
¡Qué buena entrada!
«Mi» pájaro es el vencejo común, sin duda. Ningún otro me produce una sensación de tanta libertad ni me emociona tanto. Escuchar sus gritos en el cielo hacen que me sienta feliz.
El ruiseñor común, rey de la primavera que lo inunda todo con su potente canto.
El verdecillo con su canto, de los primeros que me aprendí.
La garza real, elegante.
El mirlo, que me acompaña cuando salgo a trabajar
El roquero solitario cuya belleza me deja sin palabras
La golondrina y su vuelo
El discreto verderón serrano
La collaba negra, y todas las collalbas en realidad.
El gorrión moruno…¡y tantos más!
¡Gracias! Una buena selección. Al vencejo nosotros le llamamos «hocete» y al verdecillo, «perdiguín». Por cierto esta primavera lo he echado de menos, hasta ahora. Y la collalba, en mi pueblo se llamaba «cuyalba» y era la perenne habitante de las paredes de las eras. Los tres -el hocete, el perdiguín y la cuyalba- forman parte relevante del paisaje de mi infancia.
En Soria capital y entorno el verdecillo se conocía como «cirrio». El vencejo, igual que en Sarnago, «hocete» y las collalbas, como ya ponía en mi comentario anterior, «peñasca». Estos días por aquí, los vencejos se han marchado, dado el intenso viento y frío que hace. ¡Igual han vuelto a Madrid! pues, para una de las aves más aerodinámicas que existen, esos desplazamientos son muy normales, Recuerdo ahora un hecho que me impactó. Fue en una nevada en Soria ¡en junio! Ahí les pilló ya criando y muchos murieron. Recuerdo con impotencia ver uno dentro de un corral cerrado por llave. Aleteaba desde el suelo, incapaz de retomar el vuelo y yo desde fuera no podía ayudarle. Más de una vez he cogido alguno e impulsándolo al cielo, retoma su deambular aéreo..Pero volverán,, como dice France, a iluminar nuestros cielos con sus gritos y sus vuelos.
Después de leer los comentarios he recordado una anécdota que creo, que por curiosa, merece contarse. Mi primer trabajo, siendo yo niño, fue remunerado, atención, con jilgueros: Mi abuelo era vecino de una familia de gitanos que se dedicaban a hacer cestos con mimbre y a cazar jilgueros, no se si poniendo un palito con liga en los cardos o usando una malla. El caso es que un día vimos que tenían un montón de ellos en un jaula grande y nos quedamos un rato viéndolos. Uno de los gitanos nos hizo la propuesta que si les ayudábamos a pelar las cañas ( para hacer los cestos) nos darían todos los pájaros. Por su puesto aceptamos encantados. No pelamos todos pero conseguimos 8 jilgueros que guardamos durante un tiempo en una jaula, para al tiempo terminar por darles libertad. Esto sucedió no hace mucho, en los años 80. Seguro que Abel, y el resto, tenéis anécdotas con vuestra «Milana bonita» particular aún más curiosas que esta. Sería un placer poder leerlas. Saludos.
Preciosa historia. ¡Unos gitanos pagando con jilgueros, que volvían luego a ser libres! Gracias, Jorge. Aprovecho este hueco para pedirle a Juan Luis Hernández, si le parece bien, que pase este juego-concurso sobre pájaros a sus colegas ornitólogos, por si les apetece participar. Sería interesante e ilustrativo. Se trata de aprender y de entusiarmarnos con estos maravillosos seres, que nos alegran la vida. ¡Ah!, este año por aquí, por Las Rozas de Madrid, los hocetes y las golondrinas son aves escasas. Se ven algunas, pero esporádicamente, de cuando en cuando. No sé qué pasa.
Lo he puesto ya en mi facebook y comunicado a los pajareros de mi ámbito soriano, a ver si se animan. Hoy he visto cientos y cientos de aviones, vencejos y golodrinas por las campiñas de Fuentearmegil y Zayelas, en el oeste de Soria. Llevamos cinco días seguidos de viento norte muy fuerte y frío en el centro/norte de la provincia y han desaparecido, momentáneamente, todos esas aves que se alimentan de esos insectos que, por el frío, no se encuentran.
Muy apropiado ahora en primavera, cuando los campos se llenan del canto de los pájaros. Da gusto pasear escuchando el gorjeo, alegran los caminos y paisajes. En las ciudades no podemos disfrutar de ellos. Para eso, nada mejor que darse un garbeo por la montaña, antes de que lleguen los calores del estío.
Pero no nos has dicho, Javier, cuál es tu pájaro preferido.
Depende de en qué ciudades, Javier. Yo vivo en Toledo y estamos rodeados de naturaleza. Vivo al lado de un parque donde disfrutamos de muchas aves (carboneros, pinzones, urracas, mirlos). En el lago hay cisnes y azulones. En el Hospital donde trabajo hay unos gansos que compensan el pesar y sufrimiento de pacientes y familiares. Hace unas semanas que aumentó la familia y ha sido todo un espectáculo ver a tanto pequeñín y a sus madres rodeándolos.
Hoy me llamó la atención ver tantos aviones sobrevolando el antiguo Hospital Tavera (se ve que es un buen lugar donde anidar) . En el patio central de mi urbanización se divierten las golondrinas y en un cortado cercano tenemos loa abejarucos y las grajillas. Las cigüeñas también están en nuestro entrono y en la Senda Ecológica se ven las garzas, el ruiseñór, el martín pescador y los cormoranes.
Y en en lo relativo a historias, tengo algunas que contar.
Hoy os cuento que mi marido, de soltero, crió en su casa grajillas y un cuervo.
Me gustaría hacer una puntualización, si se me permite… Creo que debería ser una especie o endémica de la península o, en su caso, una especie con la que se nos relacione en el mundo ornitológico, primero europeo y luego mundial. Especies como el mirlo común, el petirrojo o la alondra común, aunque familiares, «abundantes» y cercanos, representan más a otros países donde son infinitamente más abundantes que aquí.
Un buen truco para sacar a nuestra/s ave/s más representativa sería mirar o buscar que especies son las más codiciadas por los birders de fuera que eligen España para un viaje ornitológico. Hay algunas por las que, literalmente, se deshacen.
Así que uniendo endemismos, con singularismos, con mapas de distribución, con especies cotizadas por los guiris, con mis conocimientos (que son pocos) y con mi gusto personal, mis 10 especies serían (no llevan ningún orden de prioridad):
El ALCAUDÓN REAL: no hay imagen más bella para mi que ver a un alcaudón posado en lo alto de un seto en medio de la nada, ocultando a un gran depredador en el cuerpo de un pajarillo indefenso. Un valiente!! Además, el nuestro es especie propia.
El ÁGUILA IMPERIAL IBÉRICA: por razones obvias. El endemismo más endémico. Sobran las palabras. Solo nuestra.
La CALANDRIA COMÚN: Ya es rara en el norte de la península… Ave familiar, conocida por miles de generaciones, amiga del labriego y que tantas y tantas mañanas y tardes a acompañado al trabajo más tradicional de nuestro país, la agricultura.
El ELANIO COMÚN: aunque es un «recién llegado» a nuestra avifauna ya es una de las aves más representativas de la península fuera de nuestras fronteras. Símbolo e imagen de Sur.
La PERDIZ ROJA: igual de icónica que la calandria. La historia de nuestro país está unida a esta especie desde el comienzo de los tiempos.
El BUITRE NEGRO: grande, inmenso, ha pasado de estar a punto de desaparecer a ser cada vez más común en nuestros montes y a estar ampliamente distribuído por casi todo el país (menos la franja norte donde aún es poco común).
La AVUTARDA COMÚN: poseemos la mejor población del Mundo. Sobran las palabras… Conocida, cercana, familiar… hasta simpática!!! No existe la polémica con ella. Une.
La COLLALBA RUBIA: nombre científico Oenanthe hispanica. Nada más que decir…
El ESTORNINO NEGRO: muy común para nosotros pero cotizadísimo para los de fuera… Es una de las especies que nos representa.
El RABILARGO IBÉRICO: creo que no tengo nada más que añadir con ese nombre. Podría hacer un chiste… 😉 pero me voy a abstener…
Lo que dices parece muy puesto en razón. Habrá que tenerlo en cuenta. Se ve que es la voz de un experto pajarero. ¡Gracias, Alfonso!
Desde el jueves pasado, y hasta finales de octubre, toca vida plenamente rural. He disfrutado con el post y con los comentarios. Todo normal: los dos nidos de golondrinas en el garaje, que hace tiempo que es cualquier cosa menos garaje, y sus parloteos en grupo en el tendido eléctrico de la calle; unos cuantos mirlos, todavía pocos, cantando en el serbal o escabulléndose entre los arbustos, preparando sin duda las futuras correrías, en plan aceifa, cuando maduren las frambuesas, las guindas, las grosellas…, o esparciendo el abono de los alcorques de los frutales en busca de lombrices; las gráciles aguzanieves, con su gracioso balanceo, recorriendo el césped recién segado…
Podría decantarme por las imponentes avutardas y sus alocadas carreras por nuestros numerosos serenguetis , ‘ llanuras inacabables’, que dicen los massai. O por los urogallos, que convierten los calveros de nuestros hayedos y robledales cantábricos en escenarios de sus cantaderos. Pero me quedo con la alondra, sencillamente porque me traen el recuerdo de la primavera del 78, ( en otoño e invierno nos valíamos del autobús Fuentes de Oñoro-Irún), cuando los viernes, en cuanto sonaba el timbre de las dos, fin de la última clase, un colega de Filosofía ( la mujer en Bermeo) y yo ( la mujer en Bilbao) adquiríamos una botella de vino tinto Bach, de Torres, y enfilábamos, alternando los coches cada semana, hacia Bilbao, por una ruta poco convencional, con tres paradas: Villadiego, para comprar, no las famosas calzas, porque no huíamos de nada, antes al contrario, sino sendos bocadillos de queso y jamón; un punto cualquiera del desolado Páramo de Masa, inmenso pedregal profusamente decorado a la sazón de brezos enanos y plantas rastreras florecidas , donde despachábamos el bocadillo , regado por el tinto catalán bebido al estilo de Gracita Morales, a morro. Allí presencié por vez primera el vuelo vertical de la alondra entre cánticos y la suspensión en el aire mediante aleteo incesante. Habíamos venido escuchando a Paco Ibáñez, a Labordeta, el Canto General de Neruda interpretado por un coro griego dirigido por Mikis Teodorakis, “ Erra (sic) la noche de la iguana…”. Al colega le salió del alma sacar del coche el magnetofón y grabar, en medio de esa impresionante soledad, el canto de la alondra… Última parada en Villarcayo, para tomar café. Que acompañe a mi patrocinada alondra la estrofa del poeta pesimista austríaco Nicolás Lenau:
“An ihren bunten Liedern klettert/ die Lerche selig in die Luft./ Ein Jubelchor von Sängern schmettert / im Wald , voller Blüt und Duft.” ( Por medio de sus coloridos cánticos la alondra se eleva feliz en el aire. Un coro jubiloso de cantores canta a todo pulmón en el bosque, lleno de flores y fragancia).
¡Me complace el triunfo de la alondra y sus torres de música! Mientras canten las alondras, el mundo rural no estará muerto.
Poco entiendo yo de aves, y ganas me dan de poner como emblema nacional alguna carroñera, que las tenemos y bien abundantes. Me contendré, y diré que mis favoritas con las cantoras, alondra, jilguero, ruiseñor… Y como representante del medio rural, me quedo con la perdiz roja, por aquello de que permanece sin emigrar, pese a los duros inviernos.
Cuando yo era niña, había en casa un periquito que le habían regalado a mi padre. Todas las mañanas nos daba los buenos días, uno a uno, a toda la familia: “Buenos días, Celestino. ¿Has dormido, Celestino? Isabelita, Teresita, Lourditas, ¡al colegio!” Tenía siempre la jaula abierta, en la que entraba para comer y dormir. Murió de un pisotón que nos dolió a todos un 18 de julio.
¡Honor al «coreque» de la perdiz roja! ¡Qué porte la del macho cuando se acerca ciego al reclamo por San Juan. Los que hemos sido cazadores sabemos de la emoción de su vuelo bravío en la ladera y la belleza de su estampa. Su lealtad a la tierra contrasta con los que nos hemos ido. Es una buena elección.
Acabo de llegar después de casi un mes de vacaciones, y al abrir el ordenador me he encontrado con la sorpresa del concurso que propones.
En mi orden de preferencia están¨:
EL ABANTO (como llamamos en mi pueblo a los buitres comunes): por la majestuosidad de su vuelo.
EL JILGUERO: Cuyo canto siempre acompañó nuestra convivencia familiar (aún recuerdo, con cierta vergüenza, como de chaval los cazábamos con «liga»).
EL CUCO: Por todo el misterio y tanta leyenda, que siempre le ha acompañado.
LA CIGÜEÑA: Omnipresente en nuestro campanario.
Gracias, Pedro. Ahí queda tu selección. Tengo grabada la imagen de nosotros los niños corriendo en lo somero del ejido tras los abantos que, hinchados de comer una res muerta, apenas podían levantar el vuelo.
A los que hemos nacido y vivido en ciudad, nos sacas de las palomas y los gorriones, y nos perdemos…
Habrá que poner remedio. 😉
Faltaba una BSO para este post….;)
¡Gracias, Jorge, fantástico!
Nosotros la hemos cantado a los niños en los viajes. Yo me la se de memoria.
Chiqui (ya me cambia mi identidad, ¡cosas de la informática!
Son muchas las aves que nos han acompañado en nuestra infancia y juventud a quienes hemos tenido la suerte de haberlas vivido en el pueblo. Después de dudarlo mucho me he decantado por la “picaraza” (urraca). Y, así como ayer daba mi voto a la encina como señal de reconocimiento al cobijo y refrigerio que han dado secularmente a nuestros antepasados en sus tareas agrícolas, hoy quiero mostrar mis preferencias por la picaraza como muestra de desagravio por lo que ahora contaré. Recuerdo muchas veces aquellas tardes en que los críos del pueblo decidíamos en esta época «ir a por nidos» y normalmente nos referíamos a patrullar los alrededores del pueblo en busca de nidos de picaraza (urraca). No hace falta que explique yo aquí que en aquellos años las picarazas estaban catalogadas como «animales dañinos», porque, decían las mujeres, nos roban de los corrales los pollitos recién salidos del cascarón, y ahí, lógicamente, tenían la guerra declarada. A ello se añadía que el Jefe de la Hermandad de Labradores y Ganaderos, aplicando la Campaña contra animales dañinos que venía orquestada desde Soria (imagino que desde la Diputación) nos daba una perra chica por cada huevo o pollo que le presentáramos. Las picarazas normalmente hacían sus nidos en este tipo de arbustos (espinos, majuelos, endrinos, robles) y recuerdo que estaban tan poblados de hojas, flores y frutos que había que revisar muy detenidamente, incluso a veces meterse debajo del arbusto para ver si allí había nido de picarazas. Lo más habitual era esconderse donde fuera y seguir el vuelo de las picarazas porque tarde o temprano se las vería entrar o salir del espino o majuelo donde tenían el nido. Después me he dado cuenta que su desaparición de nuestros campos no se debió a nuestra actuación, que formaba parte más bién de la selección natural de la especie, que de su eliminación debida sobre todo al abuso de los pesticidas. Dices muy bien que «construye el nido con barro y con techado”, pero el barro sobre un entramado de palos engarzados entre sí y en la cruceta de la rama donde se apoya, sobre el entramado de palos el barro (amasado y acarreado con el pico desde el arroyo más cercano) en forma de cuenco y una vez seco y dentro del hueco una cama suave de raíces finas donde la hembra ponía 6 u 8 huevos y los “empollaba” o “engüeraba”. ¡Una complicada y verdadera obra de arte!.
MIRLO: sin duda su canto en las frías madrugadas de fines del invierno y principios de la primavera son una bendición.
VENCEJO: verdadero prodigio de la naturaleza. Yo le llamaría hijo del viento.
GOLONDRINA: me produce una enorme alegría dar en el cielo con su vuelo oscilante y su manchita roja.
CIGÜEÑA: es una elegante prolongación de los arcos ojivales en el techo de nuestros pueblos.
ÁGUILA IMPERIAL: por defensa de nuestra variedad biológica.
BUITRE NEGRO: razones muy personales determinan su inclusión.
GORRIÓN: nos acompaña pacientemente todo el año. Sin él, no reconocería mi paisaje familiar.
ABUBILLA: una estrella fugaz preciosa en los bosques que apenas se deja ver.
ARRENDAJO: compañía en los lugares que más alegría me producen.
PINZÓN: me encanta su color, y también está vinculado a los lugares que me hacen feliz como el arrendajo.
Muchas gracias por otro post brillante. Me anoto todos tus consejos desde hace tiempo y me encantan!!!
Muchas gracias por otro artículo refulgente. Me anoto todos tus consejos
desde hace cierto tiempo y me chiflan!!!