«EL PUEBLO»

por elcantodelcuco

“El Pueblo” es el título de una serie de televisión que pronto podremos ver en España. Tiene buena pinta. Los que la dirigen y los actores que trabajan en ella están entusiasmados. Dicen que será tan popular como el inolvidable “Verano azul”. Ya veremos. La traigo hoy a colación por varios motivos. Porque se ocupa del mundo rural y de la despoblación, porque refleja el contraste pueblo-ciudad, porque está rodada en Soria y porque el atípico y espléndido plató natural al aire libre en que se desarrolla la trama es Valdelavilla, en las Tierras Altas, una aldea despoblada, que conocí de niño llena de vida, transformada después en un peculiar complejo turístico. También se ha rodado en Soria capital, en San Pedro Manrique, en los Rábanos, en Valdeavellano de Tera…No son pocos alicientes. Está cargada de “sorianidad”, que buena falta hace.

Es una prueba más de que el drama de la despoblación, el final de una época y la agonía de una forma milenaria de entender la vida es algo que interesa. Incluso parece que empieza a despertar la atención de los poderes públicos. Desde luego, vuelve a estar de moda la literatura rural. Series populares como ésta pueden ayudar, si no se quedan en lo pintoresco, a tomar conciencia de la tremenda quiebra demográfica, que en Soria y en las provincias de alrededor empieza a ser alarmante, casi desesperada. Y no digamos en estas Tierras Altas, pobladas de pueblos muertos, donde está mi patria. No es extraño que la televisión, la prensa y el cine -quién no recuerda “El cielo gira” de Mercedes Álvarez, a pocos kilómetros de este mismo escenario de Valdelavilla- se acerquen en busca de historias y situaciones olvidadas o desconocidas, que llaman cada vez más la atención de las gentes de la ciudad. No sé si es el gori-gori o un barrunto de cambio histórico y de vuelta a los orígenes.

Valdelavilla, que en la ficción se llamará Peñafría, aparece en el fondo de la quiebra de un terreno montaraz, donde a duras penas llegan las comunicaciones. El Internet allí, como en gran parte de la España vacía, es un lujo. Valdelavilla está en tierra de Magaña, escoltada por la Alcarama y la sierra de Archena, en el último rincón de Castilla, casi en la raya con la Rioja. Cerca de allí nace el río Mayor que lleva sus aguas al Alhama. En esa gran hondonada natural, poblada de romeros, sabinos, estepas y encinares, donde campan a sus anchas los jabalíes y los ciervos, hubo un tiempo no lejano, que yo recuerdo bien, en que había cuatro poblados llenos de vida: El Vallejo, que pertenecía al Ayuntamiento de Sarnago, donde vivía la inolvidable tía Romualda, la bizmera, que además poseía la gargantilla mágica que curaba del “pelo” a las cochinas parideras ; Castillejo, edificado sobre un alcor, que fue castro celtibérico, patria del famoso “Churrillo” y de la tía Felipa, la esquiladora; y a sus pies, Las Fuesas, donde ocurrió el suceso del “aviador”, el marido de la maestra, que tuvo que salir del pueblo por pies después de haber traicionado a los vecinos guiando a los delegados de abastos a los escondites de los alimentos prohibidos por el régimen. Y a poco más de media legua, Valdelavilla. Los cuatro pueblos quedaron deshabitados a partir de los años 60 del siglo pasado, cuando, con la repoblación forestal, sucedió la gran diáspora. Sólo Valdelavilla se ha librado de la ruina y la desolación.

Esto se debió a un ambicioso proyecto de Carlos Martínez Izquierdo, hijo del Teo el molinero, de San Pedro Manrique, que fue alcalde de esta villa y que preside ahora la Caja Rural de Soria. La iniciativa alcanzaba también a los otros pueblos de esta pequeña comarca escondida, de indudable atractivo para los amigos de la Naturaleza, pero hubo que reducir la actuación a Valdelavilla porque nunca faltan pleitos y contratiempos si alguien tiene una idea brillante e intenta ponerla en marcha. Somos así. Lo de Valdelavilla fue como un milagro. Su suerte habría sido, si no, como la de sus vecinos: los tejados caídos, la maleza invadiendo las calles, los huertos y los corrales, y el monte y las alimañas apoderándose de los caminos y del caserío. El pueblo fue totalmente rehabilitado y convertido en un complejo turístico, donde acuden las familias a las casas rurales, se aprende inglés, se celebran bodas o, como en esta ocasión, se ruedan películas o series para la televisión. Es de agradecer que en la reconstrucción de este caserío se cuidara hasta el detalle su arquitectura tradicional, cuyo aspecto más destacado, en los cuatro pueblos de esta garganta montuna, son las paredes de las casas construidas con losas, lo que proporciona a la edificación una característica peculiar.

Este es el escenario que contemplaremos a partir de enero en Telecinco durante ocho semanas en “El Pueblo”, una comedia creada y producida por los hermanos Alberto y Laura Caballero, y con un soriano, Roberto Monge, de codirector. Me parece que es una buena noticia. Dijo el pintor Viola que el objetivo final del arte es mostrar los tejidos internos del alma. Ojalá esta serie televisiva, originada en Soria, nos muestre los verdaderos tejidos del alma rural.