DE PÁJAROS Y ÁRBOLES
por elcantodelcuco
Es ya hora de dar cuenta rigurosa del resultado del juego-concurso para elegir a nuestro pájaro y árbol preferidos o más representativos. Creo que esta iniciativa tan simple ha servido para sumergirnos en la naturaleza y disfrutar de su belleza. Hemos percibido la vida que hay a nuestro alrededor, de la que casi no nos dábamos cuenta. A partir de ahora escucharemos con más placer el canto del mirlo, de la alondra o del jilguero. Miraremos con renovado interés el vuelo majestuoso del águila o del buitre negro. Acogeremos afectuosamente al petirrojo o al humilde gorrión. Volverá a sorprendernos el vuelo chirriante de los vencejos y la belleza de la perdiz roja en el teso. Contemplaremos con otros ojos el encinar, cuando vayamos de camino, las verdes choperas o el ancho olivar. Observaremos los pobres olmos enfermos y nos sumergiremos cuando haya ocasión en el robledal o en la gradiosidad del hayedo en otoño. De eso se trataba. ¡Cuánto placer escondido, que está al alcance de la mano! ¡Cuánta riqueza! No se nos puede pedir rigor científico. En la selección han primado las preferencias personales sobre el carácter más autóctono o característico de las especies. En el juego han participado varios ornitólogos profesionales que lo han puesto de relieve, y que yo agradezco como es debido. Otra cosa es que los participantes lo hayan tenido en cuenta. Nadie estaba obligado a ello, y, casi todos carecíamos de esos conocimientos precisos. O sea que ha primado la espontaneidad, el gusto propio y los recuerdos.
Estos son los resultados sobre el ave nacional de España o, mejor, visto lo visto, sobre el ave preferida:
Los seguidores de “El canto del cuco” se han inclinado mayoritariamente por el JILGUERO, de canto de cristal, que en mi pueblo llaman cardelina o colorín, y por el MIRLO, el del pico natanja, seguramente porque todo el mundo lo conoce, porque está en todas partes, en el campo y en la ciudad, y por su agradable canto. El jilguero y el mirlo están empatados a seis puntos. Les sigue muy de cerca, con cinco, la alondra. A continuación, con cuatro, el ruiseñor, el vencejo, el gorrión, la cigüeña y la perdiz roja. Con tres, el águila imperial, el buitre negro, la collalba, la golondrina y el petirrojo. Con dos, el abejaruco, la avutarda, la abubilla, mi amigo el cuco, el estornino, la gaviota, la gallina, el martín pescador, el roquero rojo, la urraca, el verdecillo y el verderón. Y con uno, el alcaudón real, el autillo, el alcaraván, el arrendajo, el aguilucho cenizo, el búho, el carmorán, la corneja, el cuervo, la calandria, el carbonero, el camachuelo, el escribano, el elanio, el chorlito carambolo, el gallo, la grajilla, la garza real, el lúgano, el rabilargo, el papamoscas cerrojillo, el picamaderos negro, el pinzón, la paloma torcaz y el urogallo. Creo que no me dejo ninguno. No está mal la lista ¿eh? Como se ve, el canto ha triunfado sobre otras consideraciones.
Vamos con los árboles. Es la hora de tumbarnos a su sombra, de recoger con nuestra mano la fruta de los frutales del huerto o de perdernos en el silencio por las veredas del monte.
También aquí hay dos claramente destacados. Ha vencido el ROBLE, con ocho puntos, seguido de la ENCINA con seis. Les siguen con tres el álamo o chopo, el olmo, la haya y el pino. Obtienen dos puntos el avellano, la morera, el naranjo y el tejo. Y son citados una vez el abedul, la acacia, el almez, el árbol de los farolillos, el almendro, el acebo, el cerezo, el ciprés, el madroño, el manzano, el mostajo, el nogal, el olivo, el peral y el serbal.
En resumidas cuentas, esto indica que sentimos un especial aprecio por el roble y la encina, por el jilguero y el mirlo. Personalmente siento especial aprecio por todos los que han participado en este instructivo entretenimiento, poniendo acompañamiento al canto del cuco. Se lo agradezco de veras. E invito a todos a alegrarse. La vida sigue saliéndonos al encuentro. Quedan variedad de árboles y aún cantan los pájaros.
Pues enhorabuena a los agraciados. Ya sabes que, como en política, el pueblo con sus votos nunca se equivoca. Honremos, pues, al jilguero y al mirlo, los dos cantores, y al honroso roble que tantos topónimos dejó en el pasado aunque ahora sea difícil verlo a determinadas latitudes. Igualmente, estoy en pro de la encina, que por estos lares llaman carrasca, y que a mí, personalmente, me encanta. Un hurra también por ella. Mientras todo sea honrar a la vida animal y natural, cualquier iniciativa es buena.
Honrando a los pájaros y a los árboles nos honramos a nosotros mismos. Eso creo.
¡Bien por el roble, el sietecolores y el mirlo! Acabo de echarle un vistazo al libro de Juan Andrés Oria de Rueda ( hace días lo vi en la tele de CyL cocinar un revuelto de setas) que te recomendé. Dedica al enebro de incienso catorce páginas. Afirma que Ortega y Gasset, Delibes, Alonso de Herrera y los sorianos Dionisio Ridruejo y Virgilio Soria consideran al enebro «como el mismo símbolo del alma castellana y de España» y remata así el articulo: » Como el ciprés en el ámbito mediterráneo o el tejo en la cultura celta atlántica, el enebro es el símbolo de la eternidad y el árbol emblemático del pueblo celtíbero y el alma castellana». Así que, ¡hala!, a patear el enebral de Calatañazor, el río Lobos, las tierras de Gormaz y Almazán, y Berlanga de Duero, a ver si encuentras algún rastro de la visita de Plinio…
Haces bien en recordarlo. ¿Cómo se nos pudo pasar el enebro? Muchas de las iglesitas sorianas, ahora cerradas la mayor parte del tiempo, huelen a enebro. Han sido entarimadas con esta madera. Su grato aroma envuelve el aire, lo purifica, y supera el olor a cera y a humedad. Enebrales y acebales son prodigios de la naturaleza soriana.
Incluí otro comentario con retraso y no quedó en el recuento. No se cómo se pudo pasar mencionar el alcornoque, árbol que llevo en mis raíces. Al menos quiero que quede constancia de haber sido nombrado una vez.
Ya que mencionas el enebro, quiero que sepas que ese tímido retoño que trasplantamos cerca de tu casa, hace ya muchos años, crece en nuestro jardín.
Gracias por el juego y este afectivo intercambio. El juego nos hace no perder la alegría y la inocencia.
Espero, como tú, que árboles y pájaros nos acompañen a nosotros y a las venideras generaciones, malo sería que no fuese así. Gracias, Abel.
Gracias a tí, Chiqui. Lo que no sé es por qué el alcornoque se utiliza como insulto. Se aplica, según el diccionario, a la persona que tiene poca inteligencia. ¿Será por lo del corcho? A lo mejor nos lo aclara el sabio Tejerina.
Aunque no soy el sabio Tejerina, he encontrado esta explicación acercándose a lo que tu dices :
Alcornoque.
Individuo bruto y desmañado; sujeto zafio, de gran tosquedad y rudeza. El poeta romántico Ventura
de la Vega, (mediados del XIX), utiliza el vocablo en su acepción insultante: «¡Hombre, Zapata es un
alcornoque…!». La acepción peyorativa de «alcornoque» en su sentido figurado estaba presente en el
nombre mismo del árbol, puesto que el sufijo latino «-occus» alude a la tosquedad de su corteza, y por
extensión a la de los individuos de quienes se dice o predica.
Fuente : http://www.wikiblues.net/sites/default/files/LIBRO%20DE%20LOS%20INSULTOS.PDF
Quedo relevado del encargo y le cedo a Chiqui los trastos de la «sapiencia», harto peligrosa en según qué circunstancias: dicen los caníbales que los sabios, además de saber mucho, saben muy bien… No he contestado de inmediato, porque el martes tengo que bajar a Palencia, donde tengo el libro del polígrafo y radiofónico Celdrán… Como insulto, más que «alcornoque» a secas, me gusta más la variante «pedazo de alcornoque», en la que «pedazo», por encima de los semas de ‘fragmento, cacho,trozo’ , tiene un valor ponderativo de ‘ en su más alto grado’… En cuanto al origen del insulto, no es cosa de esperar que un notario dé fe de todas las creaciones léxicas populares; así que » averígüelo Vargas», sólo si se lo ordena el «demonio del mediodía», aunque me temo que el tal Vargas debe de andar ya un tanto pachucho y tan delicado de estómago, que , según mis noticias,ha renunciado ya a las gominolas y, lo que es más grave, a los gusanitos…
¡Y cuánto pedazo de alcornoque anda suelto por ahí!
Y también ¡cuánto tarugo!
Mi árbol favorito, por su fruto, fresco, seco en pan o en deliciosa mermelada, por la forma y sobre todo el aroma de sus hojas, por lo poco que pide y lo mucho que da, es la higuera.
Gracias, Mercedes. Echaba yo en falta la dulce higuera, árbol mediterráneo por antonomasia. En la puerta de mi casa, no sin algunas resistencias, tengo yo plantada una.