EL CALENDARIO ZARAGOZANO
por elcantodelcuco
Escribo con la luna “llena en Virgo a las 9,41 horas”, según reza el Calendario Zaragozano 2012, que, por fin, después de dar muchas vueltas por los quioscos de la capìtal, donde se había agotado, he conseguido por 1,80 euros en una pequeña librería del centro. Creado por don Mariano Castillo y Ocsiero en 1840, este mítico calendario, de aspecto humilde y barato, es, como alardea en su portada, el de mayor circulación y, por tanto, un buen negocio, uno de los negocios que, en estos tiempos de crisis, resisten, literalmente, contra viento y marea. No importa que, guiándose por la observación de las cabañuelas o variaciones del tiempo en los primeros días de enero y agosto, no pueda competir en la previsión con los modernos servicios meteorológicos. No sabe nada de anticiclones, ni le importa. El acierto es lo de menos. La gente lo consulta como observa el horóscopo, pero con más inocencia, fiándose de la sabiduría natural del hombre de campo.
Para los próximos siete días, si tienen curiosidad, pronostica: “Nublado tranquilo, vientos variables, moderados, temple de primavera; si el ambiente llega a ser demasiado caluroso podrán aparecer nublados tempestuosos acompañados de relámpagos y truenos. Las temperaturas nocturnas serán frescas”. ¿Qué les parece? ¿No es delicioso? No sé qué diría don Mariano Castillo y Ocsiero si levantara la cabeza y se enterara de que el Gobierno de Madrid está dispuesto a gastarse 120.000 euros en un ambicioso proyecto para crear lluvia o nieve bombardeando las nubes con yoduro de plata. Hace tiempo que los campesinos sorianos de las Tierras Altas y los de la Tierra Ancha bajo el Moncayo sospechan de unas avionetas que aparecen en pleno verano y después de sus vuelos las nubes se disipan misteriosamente y no llueve. Y esto, según dicen, ocurre un día tras otro. Con estos “adelantos”, con el calentamiento global y con tanto artilugio, cómo va a acertar el Calendario Zaragozano.
Eso sí, da cuenta rigurosa de las ferias y mercados de España y acierta de lleno en los eclipses y en el santoral. Esto último se agradece porque los periódicos han ido suprimiendo esta información, tan interesante, en sus páginas, confundiendo el culo con las témporas, o sea el Estado laico con la sociedad laica. En mi pueblo nunca se hablaba de cumpleaños, sino de santo. “Es el santo del abuelo”, “el niño celebra su santo”, etcétera. Seguramente porque durante mucho tiempo se ponía al recién nacido el nombre del santo del día. Ayer, sin ir más lejos, según el Zaragozano, además del Día de la Mujer, era san Juan de Dios, patrón de los bomberos, y hoy, viernes, santa Francisca Romana y santa Catalina de Bolonia, además de san Paciano, obispo. Las fiestas de los santos siguen siendo la guía espiritual, cultural y turística de los españoles. Suprimirla es cercenar el derecho de uno a estar bien informado. Mientras tanto esos mismos periódicos dedican páginas y páginas a la guía de la prostitución. ¡No sé adónde vamos a llegar!, exclamaría don Mariano Castillo y Ocsiero si levantara la cabeza.
El refrán que dedica el Calendario a este mes es: “Agua de marzo, hierbazo”, pero el caso es que el anticiclón no se va y la sequía empieza a ser preocupante. Los sembrados no nacen, los escasos pastos para el ganado se agotan, los piensos se encarecen y no hay tempero en la tierra para sembrar los tardíos: la avena y la cebada ladilla. Es el año más seco que se recuerda. Y el refranero lo tiene claro: “Febrero, verano, ni paja ni grano”. O la otra cara de la misma moneda: “Agua en febrero llena el granero”. Pues, visto lo visto, estamos aviados. Éramos pocos y parió la abuela. Si no llueve pronto, será un año ruinoso y habrá que darle la razón al refrán: “Año bisiesto, ni pan ni huerto ni huevo en el cesto”. ¡Lo que nos faltaba! Esto no lo arregla ni el Calendario Zaragozano.
Muy interesante. A mi también me fascina el hecho del aprendizaje a través de años y años y años de observar el cielo, el viento, las hojas de los árboles… etc etc.. Como anécdota, deciros que este año he prestado especial atención al refran : La luna de Octubre siete cubre y si llueve, nueve. Pues bién, en la luna llena de Octubre estuvo raso y así ha sido en las lunas llenas de los siguientes meses, incluida en la de ayer que comenta Abel y así imagino que será en la de Abril.
Un saludo.
Sí, Jorge, la experiencia es la madre de la ciencia. Y el asombro del ser humano ante los grandes misterios de la Naturaleza es el comienzo de la sabiduría. Nos queda, además, como placer gratuito, contemplar una puesta de sol sobre la sierra de Madrid, ver pasar las nubes, mirar las estrellas o la luna llena, como la de estos días, en una noche clara. ¡Tantas cosas!
Has tocado un tema interesante. El dichoso tiempo que a todos nos tiene pendientes cuando lo dan en las noticias, total para que día tras día últimamente nos digan que el puñetero anticiclón se ha instalado sobre esta tierra de Caín, como nos llamaban los clásicos, y nos tenga a «pan y agua». Estamos en una latitud que ¡nada!, a recibir periódicamente el castigo de la atmósfera. Así están nuestros campos y nuestros arroyos, sedientos y sin remedio. Como dice un pastor que conozco: «Esto lo lleva la atmósfera. Que no quiere llover». Y así parece que se queda más convencido. El final ya lo vamos viendo: incendios en Pirineos cuando debía haber nieve. Si esto no es tener a la troposfera loca… En fin, lo que nos faltaba como guinda para este país en crisis.
Ánimo, que el futuro siempre ha sido mejor, sobre todo cuando ya es pasado y lo conoces…
Todo cambia,Jorge. El tiempo también cambiará y un día lloverá, seguro. Peor es esta sequía moral que nos agobia, esta desmoralización en el doble sentido: desánimo y pérdida de la conciencia moral. Haces bien en intentar levantar el ánimo. El futuro no está escrito todavía.
PERDONA. HE QUERIDO DECIR JAVIER. UN ABRAZO
Pues en casa no se compraba ese calendario sino el «taco» del Sagrado Corazón de Jesús al que recuerdo con añoranza y donde venía el santoral.
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Respecto a la escasez de lluvia y al anticiclón de turno los que se están beneficiando son bares y terrazas de todas partes. Vengo de Madrid, donde he pasado el fin de semana, y quién diría que hay crisis. Las terrazas a reventar, regreso a mi ciudad y más de lo mismo. Esas terrazas donde les ha dado por poner esas estufas y mantas y todos concentrados pasándose las bacterias . «si mi bisabuelo levantara la cabeza……….», como diría mi madre.
La luna, preciosa. El cielo ya ni te cuento. Se ven las constelaciones como si tuviera uno el «planisferio celeste» delante. Yo me las voy ya aprendiendo a base de oir a Pablo y a Alfonso.
Al levantarme para ir al trabajo lo primero que hago es salir a la terraza y ver ese espectáculo de la luna antes de esconderse en el horizonte. Un silencio sepulcral y dos mirlos cantando y respondiéndose uno a otro.
Se comprueba el tópico de que no hay mal que por bien no venga, algo que a mí nunca me ha convencido. Pero en fin, Chiqui, llevas razón: las terrazas bullen en la ciudad y el cielo está esplendoroso por la noche. Y los mirlos andan ya emparejados y cantan.
Pablo Guerrero cantaba, allá por los años 70, aquello de «tiene que llover a cántaros». Al margen ahora de connotaciones políticas, es la frase que mejor describe la necesidad imperiosa de la reseca situación actual. El agua es vida, la necesitamos tanto…
¿Qué santo es hoy? (voy a buscarlo en el calendario…)
Inocencio.
Pues vamos a pedirle unos días de lluvia serena pero constante. Para que la tierra nos dé fruto y para que el aire huela a limpio.
Sí, Mercedes, no va a quedar más remedio que volver a las rogativas, aquel clamor humilde pidiendo la lluvia. Aunque no llueva, miraremos por lo menos al cielo.
Una tarde de finales de abril estaba con un hombre de más de ochenta años que, como casi todos los de aquellos valles, se ha pasado la vida cuidando el ganado, cultivando la tierra y trabajando en el monte, “en la madera”. Es un hombre de genio, endurecido por una vida de trabajo a la intemperie y de privaciones. Empezó a llover suavemente, miró al cielo y sonriendo dijo: “Mira. Estas aguadinas son muy buenas para los praos”. Trató a la lluvia con cariño, con el mismo con el que llama “monina” a una oveja o “guajina” a una niña.
En las ciudades tendríamos que empezar a tratar así a la lluvia, porque igual se está haciendo de rogar cansada de que la llamen mal tiempo y de parecer siempre inoportuna. Tampoco estaría mal ayudar a los árboles, tan amigos de las lluvias, y de la tierra, y del aire…
Aquella tarde, cuando dejó de llover empezaron a cantar los pájaros. No celebraban que hubiera escampado, sino que había llovido.
Para Francisco de Asís era la hermana lluvia. ¡Cuánto tenemos que aprender en la ciudad de él y de los viejos campesinos, que aman la tierra como a la madre común!
Lloverá o no lloverá, depende del tiempo,dicen.
¡Claro que sí! También dicen: Las tormentas se van por donde quieren.